Da inexistência do estado para a tentativa de construção de um.
ENTREVISTA: MOHAMED A. MOHAMED, primer ministro de Somalia
"Necesitamos ayuda. Somos la primera línea defensiva contra Al Qaeda"
MIGUEL MORA - Roma - 12/05/2011
El agujero negro del mundo se llama Somalia. Desde hace 20 años, el cuerno de África es tierra de nadie, un Estado fallido donde solo triunfan los peores instintos de la humanidad: guerras tribales, terrorismo, piratería, fundamentalismo islámico, trafico de armas, de drogas, de residuos radiactivos, de personas. Un bucle de espantos quesepodría pensarirreparable y quizá lo sea. Aunque parecería que no todo es culpa de los somalíes. El 60% de sus ocho millones de habitantes son pastores nómadas o seminómadas. Otro 25% son granjeros. En los últimos 20 años, sus tribus de pieles fastuosas se han visto envueltas en una carnicería sin fin. Entre 600.000 y 800.000 personas han sido asesinadas, más de un millón han huido al exilio, y 1,5 millones han debido desplazarse de sus casas escapando de la violencia y las enfermedades.
Las 15 conferencias de paz celebradas en una década han contribuido poco a cambiar las cosas. Pero desde diciembre pasado, Somalia tiene algo muy parecido a un Gobierno. De transición, serio, laico, limpio y transparente. El primer ministro Mohamed Abdullahy Mohamed, diplomático hasta la caída en 1991 del Gobierno de Siad Barre, luego refugiado y profesor universitario en Buffalo (Nueva York), fue elegido por el precario Parlamento y puso en marcha la reconstrucción del país y la contraofensiva contra las milicias de Al Shabab, el brazo armado somalí de Al Qaeda, que dominaba entonces el 75% del pájaro somalí.
La moral, alta
En cuatro meses, con la ayuda de los 8.000 soldados leales al quimérico Estado y de las tropas de Uganda y Burundi enviadas por la Unión Africana, Mohamed ha conseguido ganar terreno a las milicias de Al Qaeda, y ya controla el 70% de la capital Mogadiscio y el 75% del territorio nacional. "La gran diferencia es que el Gobierno paga ahora las nóminas de los soldados y los funcionarios, ya no tenemos ni un solo desertor y la moral es cada vez más alta", presume Mohamed por teléfono desde Nueva York. "Estamos reparando barcos y carreteras, hemos abierto hospitales y escuelas, limpiamos las calles de la capital y por primera vez en 20 años la luz eléctrica funciona".
El primer ministro habló ayer ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Pidió "una decisión política para que Somalia pueda seguir avanzando hacia la paz, la seguridad y un Estado seguro y democrático". "Somos la primera línea de defensa contra Al Qaeda. No pueden dejarnos solos", clamó. "La muerte de Bin Laden va a radicalizar más a los extremistas de Al Qaeda. No debemos pensar que su muerte significa que Al Qaeda esté muerta. Está bien viva. El líder de Al Shabab afirmó ayer mismo que van a redoblar sus ataques contra las instituciones y los civiles, y ahora que han perdido terreno no podemos darles esa oportunidad".
"Estados Unidos y la Unión Europea deben tomar conciencia de que Somalia es, junto a Afganistán, la fuente más importante del terrorismo islámico", continuó. "Necesitamos voluntad política para luchar esa batalla, una vacuna política. Somos como Afganistán o Irak. Tenemos un Gobierno débil, vivimos en Estado de guerra y con un alto número de terroristas. Si la OTAN gana su batalla en Afganistán, seguirán activos en Somalia. Están más débiles ahora, pero controlan todavía el sur entero, salvo la región de Gedo, que les arrebatamos hace unas semanas".
Cuando todo parecía ir a mejor, un serio problema político interno, que según el Gobierno está siendo alentado desde fuera, ha venido a complicar las cosas. Todas las instituciones del país tienen un mandato acordado con la ONU para cesar en sus funciones al mismo tiempo el 20 de agosto. Mohamed, con el apoyo de la Unión Africana, había propuesto prorrogar en un año las funciones. Pero el Parlamento ha decidido extender sus poderes tres años más, de forma ilegal según el primer ministro y el presidente de la República. "La única solución para legitimar al Parlamento es invitar a dialogar a todos los jefes tribales, convertir a sus representantes en parlamentarios y a partir de ahí formar una asamblea constituyente que elija al primer ministro y al presidente".
Dos décadas de abandono
Mohamed intenta impulsar en Nueva York una conferencia de donantes y de paz que dialogue sobre el futuro de Somalia. Cuando se le pregunta a quién le interesa que su país siga en la guerra y el caos, la impresión que deja su silencio es que hay poderosos intereses globales detrás. Los que adulan y manejan a los señores de la guerra, los que se lucran con la piratería, la solidaridad, el tráfico de armas o de residuos tóxicos, quizá los propios organismos que llevan 20 años aprobando para torpedear después cada acuerdo de paz entre facciones... "No puedo decir lo que pienso realmente, soy el primer ministro, pero si sé que llevamos 20 años abandonados. Y sé muy bien a quién hace daño la guerra: al pueblo de Somalia. Otros como Liberia, Kenia, Costa de Marfil y Afganistán han recibido ayuda para acabar con el caos y parar sus guerras. Nosotros no. ¿Por qué?".
¿Cree que tiene que ver con que Somalia no tiene petróleo ni gas? "Parece que lo tenemos bajo tierra, a mucha profundidad. Falta por ver si lo hay también en el mar. Pero esa es otra historia".
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